“Oh fortaleza mía, a ti cantaré alabanzas; porque mi baluarte es Dios, el Dios que me muestra misericordia.” (Salmo 59:17 LBLA).
¿Tienes razones, ánimo para cantar hoy? O ¿No crees tener motivo alguno para hacerlo?

Sabes, de tiempo en tiempo, nuestras circunstancias son tan pesadas que impiden que nuestros brazos se extiendan en dirección al cielo. Son tan abrumadoras que hasta acallan nuestra boca, no dejan que nuestra voz exalte al Señor.
Sin embargo, este pasaje nos permite ver que el salmista tiene dos razones valiosas para cantar alabanzas al Señor.
1. Dios es un Refugio seguro. Él dice: oh fortaleza mía… mi baluarte, conceptos similares que nos indican que Dios es digno de recibir alabanzas porque representa un lugar donde podemos descansar, sentirnos a salvo, seguros, protegidos. Dios es una fortaleza inexpugnable donde podemos sentir que nada podrá alcanzarnos. Pablo describía que nuestra vida está escondida con Cristo en Dios, y eso sin duda es una gran razón para cantarle.
2. Dios es misericordioso. El salmista dice que le canta alabanzas al Señor porque Él le muestra Misericordia. Y a nosotros también. Cada día experimentamos Su Misericordia en nuestra vida. Salimos, volvemos, y Su Misericordia está sobre nosotros. Sabes cuando uno tiene claro quien es Dios para nosotros, y como su Misericordia obra sobre nosotros, es más fácil que nuestros cánticos de alabanza y gratitud salgan de nuestro interior con ferviente adoración.
Cada día Dios nos muestra Su Misericordia, Él obra en nuestra vida, lo cual nos permite cantar con mayor facilidad desde el fondo de nuestro corazón
Si hoy estabas desmotivado o desanimado y no querías cantar alabanzas al Señor te invito a que ores conmigo: “Señor, perdóname porque a veces se me olvida que Tú eres un refugio seguro y que a diario me muestras Tú Misericordia, por eso hoy te ruego que avives en mí el deseo de alabarte con todo mi corazón y no permitas que me olvide quien eres Tú en mi vida, en el nombre de Jesús oramos…. Amén”.
Espero que tú corazón sea buena tierra para que esta Semilla de Fe caiga, germine, crezca sanamente y de fruto al ciento por uno. Me despido como siempre diciendo: Haz tú lo posible y deja que Dios haga lo imposible.
Semillas de Fe.