Ansiedad, aflicción, agobio, estrés, miedo, abatimiento, son palabras que están en boca de muchos, no solo por estos días, sino en distintas circunstancias de su vida. Y siempre esta la inquietud de no saber cómo enfrentarlas.

¿Qué hacemos cuando nos sentimos así? En nuestra búsqueda recurrimos a todo tipo de alternativas, como psicólogos, gurús, motivadores, disciplinas orientales, etc., pero olvidamos que Dios tiene una Palabra poderosa para cada circunstancia. Que Dios ha pensado en nosotros y conoce lo que necesitamos para seguir adelante. Él sabe como sanar al herido, aliviar al cansado y fortalecer al débil. Él sabe cómo levantar del muladar al que esta abatido.
Observa a continuación que la solución que el salmista encontró para sus emociones siempre fue la Bendita y Santa Palabra De Dios. Estos son apenas unos pocos versículos de los muchos a los que podemos acudir en tiempos de zozobra.
Abatida hasta el polvo está mi alma; Vivifícame según tu palabra. (Salmos 119:25 RVR1960).
Se deshace mi alma de ansiedad; Susténtame según tu palabra. (Salmos 119:28 RVR1960).
Acuérdate de la palabra dada a tu siervo, En la cual me has hecho esperar. Ella es mi consuelo en mi aflicción, Porque tu dicho me ha vivificado. (Salmos 119:49-50).
Si tu ley no hubiese sido mi delicia, Ya en mi aflicción hubiera perecido. Nunca me olvidaré de tus mandamientos, Porque con ellos me has vivificado. (Salmos 119:92-93 RVR1960)
Afligido estoy en gran manera; Vivifícame, oh Jehová, conforme a tu palabra. (Salmos 119:107 RVR1960)
Mira mi aflicción, y líbrame, Porque de tu ley no me he olvidado. Defiende mi causa, y redímeme; Vivifícame con tu palabra. (Salmos 119:153-154 RVR1960.
Así que no te olvides de tu lectura diaria, de tu devocional, de tu tiempo de comunión con Dios. Recuerda que Jesús dijo: Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho (Juan 15:7).
Me despido como siempre diciendo: haz tu lo posible y deja que Dios haga lo imposible.
Estamos en una situación tan difícil que nunca imaginamos, el contagio con algo tan simple, tan natural el contacto físico es algo increíble. Sólo debemos depositar nuestra confíanza en Dios en que, no nos abandone ante esta situacion.
Me gustaMe gusta